Cantando la Cigarra
pasó el verano entero,
sin hacer provisiones
allá para el invierno;
los fríos la obligaron
a guardar el silencio
y a acogerse al abrigo
de su estrecho aposento.
Se vio desprovista
del preciso sustento:
sin mosca, sin gusano,
sin trigo y sin centeno.
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